1/23/2018

Hoy he quedado con Laura para acompañarla en el aula de Tierra con alumnos de Primer ciclo (si aún no conocéis nuestro cole, Tierra se corresponde con Ciencias Naturales y Sociales).
No conozco mucho a Laura, acaba de incorporarse este curso, pero lo poco que la he visto o escuchado, destila pasión por lo que hace.

Cuando entro en el aula, los niños están en el tiempo de lectura. Aun no ha empezado la clase. En grupos o en solitario, atienden a sus libros y cuentos, dispersados unos por el sofá que habita en la Zona de Asamblea, otros en el suelo, alguno en una mesa... 


Acaba la lectura y empieza Tierra. Parece ser que están con el proyecto Castillos. Laura reparte unas tarjetas (tarjetas montessori, me informa luego) con nombres y fotos de distintos personajes entre los niños y, mientras ella va leyendo las descripciones, ellos colocan las tarjetas correspondientes al grito de “¡Bufón!” o “¡Campesino!” o “¡Juglar!”. Tienen perfectamente identificado cada personaje de la época y su función. Recuerdo haberlo estudiado en las aburridas páginas de un libro de texto en mi infancia. No se parecía en nada a esto. 



Acaba el juego. ¡Mas,mas! ¡Queremos otro! La mayoría pide seguir jugando. Vale, seguimos. Ahora con castillos. De nuevo se reparten las tarjetas con las fotos de los castillos y me sorprendo de la facilidad con la que los niños identifican cada uno de ellos al oír su nombre y ubicación.


Cuando acaban esa segunda ronda, Laura les ofrece la propuesta de construir castillos con Kapla. Repartidos en mesas, empiezan a surgir castillos de diferentes formas y tamaños. 


   



 

                         
Laura asiste a todo el desarrollo del juego posterior en cuclillas a cierta distancia. Me explica que desde esa posición se mezcla entre ellos y puede observar como interaccionan: si alguno se siente apartado o hay algún conflicto. Me parece maravilloso que se produzca ese acompañamiento emocional y esa atención al sentir de los niñxs en clase. Así, cuando inevitablemente surge algún malestar en uno de los miembros del grupo, les anima a hablar, a expresarse uno a otro como se siente y así que ellos mismos puedan resolverlo. Ella les acompaña desde la escucha activa. Me parece fascinante. Y si es ella la que tiene que indicar a un niñx que su actitud no está siendo la correcta, lo hace desde el respeto y la calma,de nuevo sin juicios. Sí, ya sabemos que así debería ser. Pero por desgracia no es lo más común.

Salgo con la sensación de haber vivido algo mágico. Y como todo lo mágico, no se puede explicar. Hay que sentirlo. Gracias Laura por tu magia.

Ana (mamá de Infantil)






































































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