4/15/2018

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El artista urbano se da un baño de niños en el colegio de Cueto y se compromete con el proyecto para julio





Violeta Santiago

VIOLETA SANTIAGOSantander

Okuda está convencido. Ya lo estaba antes de pisar el Vital Alsar, pero el baño de recría que se dio ayer en el colegio de Cueto le acabó de persuadir de que puede contribuir al proyecto educativo de un centro que le encantó. Tuvo motivos: los más pequeños (3, 4 y 5 años) le recibieron con una tarta de chocolate decorada con triángulos fosforitos (en alusión a su obra) y hasta con unas pastas de colorines. Corearon su nombre, le pidieron autógrafos, le invitaron a jugar con él y se hicieron decenas de fotos. El artista urbano tiene la agenda laboral repleta y queda por atar todo el aspecto económico ya que lavarle la cara exterior al colegio cuesta unos miles de euros que, de momento, no están. Sin embargo, Óscar San Miguel, Okuda, ha dado fechas: a mediados de julio se plantará en la calle Inés Diego de Noval (una de las más clásicas del barrio) y se pondrá a pintar la fachada principal. Y luego ya se verá.
Parece sencillísimo cuando padres y niños cuentan cómo han logrado que el creador se enganche a su proyecto. Porque no hay que perder de vista que Okuda aborda en breve un mural en Casablanca (Marruecos) y de ahí viaja de Miami y Laguna Beach (en Estados Unidos) y, de ahí, a Tahití. Y quizá es que lo que parece fácil lo fue: tan simple como haber ofrecido 76 euros. «Nos pareció tan honesto y tan natural que nos enamoramos. A Okuda le sirve para salir del carril. El cariño de estos niños le infla, le da energía», confesó un miembro de su equipo.
«Una alumna nos ofreció 76 euros para la intervención. Nos pareció tan honesto y tan natural que nos enamoramos»
Los padres del colegio Vital Alsar querían darle una vuelta a la estética del edificio y su nombre fue el primero en el que pensaron. Buscaban a alguien de la tierra y que diera un chute de alegría al lugar. Inés, una alumna de 5º, escribió un correo electrónico al creador gráfico y le ofreció la recaudación de la venta de un cómic que se hizo para una fiesta. «El detalle de los 76 euros nos ganó», reconoció Óscar, el manager. Porque Okuda se trajo a conocer el lugar a parte de su gente. Además de a su manager, a otro asistente. También le siguió sin perder una coma un equipo de televisión que graba un documental sobre su paso por las Fallas de Valencia, donde instaló un tótem que causó polémica en la última edición del festejo. Y le acompañaron su madre («Es niñero», decía, mientras él se retrataba con todos), su hermana y su padre, que describía por el móvil «esto es una locura».
Una locura bajo control. El colegio tenía muy organizada la visita, que duró poco más de una hora. El santanderino llegó pasadas las 13.00 horas, con su aire de rapero surrealista y su característica camiseta de mil tonos. Tiene 37 años, pero no desentonaba nada entre los críos. Primero tuvo un encuentro con los que grabaron un vídeo hace unos meses para animarle a visitarles. Le ofrecieron los dulces, se presentaron por sus nombres (allí estaban Miguel, Elsa, Carlos, Candela, Alejandro, Manuela, entre otros muchos). De allí, a visitar otro aula, y luego otra, donde los alumnos (ya de 5º y 6º) llevan unos papelitos pegados en la frente. Algunas profesoras le saludaron con un «gracias por venir a verlos», mientras otra narró el tembleque que tenían muchos por conocer al artista cuyas pinturas, dibujos e instalaciones llevan meses revisando. Okuda también se interesó por el trabajo de Fermín, el padre de dos alumnos, colaborador habitual del Vital Alsar.
Este no es el primer centro educativo que lucirá un Okuda. Ya intervino en una guardería en Italia, en Arcugnano (cerca de Venecia) donde el trabajo lo contrató el Ayuntamiento hace un par de años. En Cueto, ayer, el artista valoraba con ojo crítico todas las fachadas en torno al colegio, de bloques de viviendas algo veteranas. «Igual también se podía hacer algo», dejó caer.

«Esto es un verdadero sueño: estamos recogiendo frutos»
El director del colegio público Vital Alsar, Fernando Diego, estaba feliz. «Esto es un verdadero sueño. Estamos recogiendo frutos», declaró. En los últimos meses les han venido varios espaldarazos en cadena: su modelo educativo fue protagonista de un reportaje televisivo «que ha provocado que vinieran muchos padres a visitarnos interesándose». Y el hecho de haber salido en la tele hizo que, «por fin», ayer empezaran a arreglarles las verjas exteriores del recinto, que estaban muy deterioradas y en las que incluso faltaba todo un tramo, lo cual era «un verdadero peligro para los niños y nos tenía muy preocupados».
Por si esto fuera poco, el proyecto de aprendizaje del centro –que no siempre es entendido ya que se basa en poner a los niños en el centro y «en hacer del aprendizaje una aventura»– enganchó a Okuda. «Todo parece ir por muy buen camino», resumió el responsable de una instalación que cuenta con 76 alumnos de Infantil y Primaria, nueve profesores (cuatro están a media jornada), donde todos se conocen por su nombre y donde las familias están muy involucradas.
Ayer no pudo acudir el presidente de la AMPA, Alberto de la Fuente, uno de los 'alma mater' del plan, pero estaban Ana, Valentín y Pablo, defensores de un modelo que ha pasado «por alguna mala racha» y ya se merecía esta otra. Desde la Asociación se están moviendo para recurrir a subvenciones y poder pagar lo que cuesta su sueño. En una primera fase serían unos 15.000 euros, si bien la rehabilitación total ascendería a unos 36.000. Al acabar la visita de Okuda, ayer, aún no había nada suscrito con él. Pero a Pablo no le hacían falta rúbricas. «A veces la palabra de algunas personas vale más que muchas firmas».

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