En estas fechas, cargadas de significado, es un
momento ideal para el reencuentro entre padres e hijos.
Son fechas en las que se pueden transmitir
valores como la reconciliación, la paz, el amor, la
generosidad, la solidaridad, la esperanza, etc., haciendo partícipes a los
hijos de ello. No olvidemos que, a veces, durante el cursor, la rutina,
los horarios, las actividades
extraescolares y nuestro trabajo, dejan poco espacio para disfrutar
de los pequeños, jugar, divertirnos con ellos, conversar, interesarnos
por sus preocupaciones, intereses, comprenderles o ayudarles. En
ocasiones, nuestro rol queda delegado a las actividades
diarias, hecho que limita el significado
de lo que es “ser padre”, generando a menudo emociones
negativas tales como culpabilidad por parte de los
padres, y soledad e incomprensión en los hijos.
Así pues, la Navidad es una oportunidad para disfrutar
de nuestros hijos en el sentido amplio de lo que significa ser padres
y vincularnos mejor con ellos.
La vinculación entre padres
e hijos se empieza a crear desde el nacimiento de
éstos y se mantiene durante toda la vida. La vinculación
es la base de un buen desarrollo emocional y
una sana autoestima que permitirá al hijo sentirse competente
y establecer relaciones sociales sanas. El niño tiene
que sentirse seguro, protegido y amado por sus padres. Esto es
especialmente relevante cuando aparecen discusiones tras no
realizar correctamente una tarea, problemas, desobediencia,
etc. En estos momentos tendremos que transmitirle que nuestro amor
es incondicional, y que “le queremos aunque a veces no se
porte bien”; nuestro amor está por encima de todo ello.
Isabel Vargas, psicóloga
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